Coloquio
En medio de este escenario, O’Kean también puso el foco en la caída de las exportaciones -españolas y andaluzas-, que hasta ahora habían sido consideradas la gran esperanza de la recuperación económica. «El sector exterior parecía que empezaba a tirar de nuestra frágil economía, pero nuestros principales clientes, Francia, Alemania e Italia, se están frenando y la moderación de su PIB nos acabará impactando inevitablemente», analizó. El consumo interno y la inversión empresarial empiezan a despertar, pero el catedrático advirtió que lo importante es que mantengan en el tiempo su incipiente dinamismo. Si esto no sucede y las ventas exteriores siguen despeñándose, tiene claro que el Gobierno tendrá que salir a la palestra a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento. «Si en el tercer trimestre se confirma que descienden el PIB alemán, el francés y el italiano, la Unión Europea habrá entrado en recesión y el Ejecutivo español deberá rebajar sus estimaciones, lo que a su vez cambiará las expectativas de los empresarios y repercutirá en el empleo», diseccionó.
Con respecto a este posible panorama de recesión, O’Kean insinuó que es muy posible. «Las señales que emite Alemania, considerada la locomotora europea, invitan a pensar que será así», dijo. Pero eso sí, a su juicio, «jamás sería una recesión como la de 2007-2008», puesto que la parte financiera ya no supone un problema. «Los test de estrés que está pasando la banca apuntan a que las entidades están bastante saneadas», añadió. En definitiva, de haber recesión sería de «las normales», matizó, algo que no ha evitado el desplome de las bolsas en los últimos días, que ven como Europa pierde atractivo por esta ralentización de su avance y por la depreciación del euro, lo que está empujando a los inversores a llevarse sus activos a otros mercados como el japonés o el estadounidense. La realidad está demostrando, por tanto, que la austeridad y la política monetaria europea están fracasando, pero Alemania no se baja del burro. «Ni hace política ni la deja hacer, porque impone sus criterios al resto de países», sentenció.
Ante un auditorio de 150 personas congregadas en el Foro Joly, celebrado en el Hotel NH Collection de Sevilla, el catedrático de Economía también dio un repaso a la situación actual de Andalucía. Pese a los déficits que aún presenta la comunidad, O’Kean aseguró que «no está subdesarrollada, pero sí tiene un grave problema: su escaso tejido productivo». Desde su punto de vista, las empresas andaluzas -al igual que las españolas- deben ser más numerosas, ganar tamaño, volcarse en los mercados exteriores y tener más visión tecnológica. «Ahora corre más prisa en Andalucía solucionar este problema que el del modelo educativo, ya que es el único remedio contra la elevada tasa de paro de la región», sentenció. Y, además, animó a las compañías a engancharse a la tecnología, a moverse en el espacio digital -tener páginas web, estar presentes en las redes sociales…- y atender a las opiniones de sus clientes, que son los que les darán las claves para tener éxito en el futuro.
Sin embargo, el profesor de la UPO lamentó que Andalucía «no quiera ser grande y se conforme con lo que es; por eso, pese al alto desempleo, no hay grandes protestas», se quejó. «Yo veo a mi región enrocada en lo de siempre, en las prestaciones, en los derechos adquiridos… Ha habido varios intentos de cambiar las cosas, ideas interesantes, pero siempre ha fallado el apoyo a las pymes; la oportunidad de dar el salto sigue estando ahí, sólo hay que dejar de mirar a corto plazo, de preocuparse por el déficit y la financiación, y diseñar una estrategia inteligente a largo plazo», aconsejó.
Con respecto a la posibilidad de contar con un banco público andaluz, O’Kean señaló que no tiene nada en contra de «lo público», pero pidió que, si finalmente se crea, «tenga los mismos incentivos que cualquier entidad privada», esto es, que sea eficiente en la gestión de sus recursos.
En cuanto a si es necesaria una segunda ronda de la reforma laboral, el catedrático subrayó que siempre ha defendido la necesidad de que en España haya un contrato único. «En el mercado laboral debería haber sólo trabajadores fijos y, si hay despidos, las indemnizaciones deberían ser crecientes año a año -12 días el primer año, 13 el segundo, 14 el tercero…-; lo importante es que no haya alicientes para echar a la gente porque, si no se invierte en su formación, no se gana productividad ni pueden subir los salarios», explicó.
En este sentido, el profesor insistió en que la formación de los empleados la deben impartir las empresas, mientras que la universidad debería servir para favorecer la creación de mentes despiertas. «Las compañías son las que tienen la tecnología de última generación y las que deben moldear a sus trabajadores», dijo.