Coloquio

Podemos, por tanto, es un problema para el ex ministro, y otro puede ser el de los pactos. Hacen falta pactos en Andalucía después del 22-M y serán necesarios muchos más después de las municipales y autonómicas del 24 de mayo. «Me preocupa, especialmente, Madrid y Valencia», dijo. «Toda la política de pactos va a ser extraordinariamente compleja, se va a retrasar por el miedo de los emergentes a contaminarse». Ése es su pronóstico, que los tiempos de las mayorías absolutas se han acabado, que se abre paso el de las coaliciones, como en toda Europa a excepción de Francia (que para eso De Gaulle articuló el sistema de dos vueltas después del fracaso de la IV República) y que los pactos se pueden atascar, aunque serán necesarios en muchas ciudades, en casi todas las comunidades autónomas y, probablemente, en el Gobierno de la nación.

¿E Italia? ¿No nos sirve como ejemplo la industriosa Italia, donde las mayorías absolutas son tan extrañas como los evangelistas? Se preguntó desde el público, aunque no con este último ejemplo. Solchaga fue tajante: «Italia lleva 20 años arrastrando los pies (…) No quiero una situación a la italiana». La bota, según el ex ministro, lleva anclada en sus reformas pendientes, tiene una deuda desorbitada, no puede mantener el mejor patrimonio histórico del mundo y la exitosa economía del norte ya no lo es tanto.

Solchaga casi no habló de Cataluña, sabe que a Mariano Rajoy le ha salido bien la jugada, y el independentismo se está disolviendo entre los partidos emergentes y el bochorno del clan de los Pujol. Ahora bien, no elogió a Rajoy. Es un caso extraordinario de triunfo de la «no acción», paradigmático, paradójico; el presidente del Gobierno acertó al no hacer nada, aunque «nunca hace nada».

Éstos son los nubarrones políticos que atisba Solchaga, aunque sin dramatismos: «Esta recuperación económica va a durar». El ex ministro habló, entonces, como un titular de Economía para desgranar su tesis de que aún no se ha salido de la crisis, aunque la recuperación sí ha comenzado y es «sólida». Realmente, es una discusión dialéctica determinar si se sale o no de la crisis. El consumo de cemento, por ejemplo, sólo cubre el 20% de lo que fue en 2007; la venta de automóviles crece, pero está a la mitad del año mágico de la burbuja, y hay algo menos de 17 millones de empleos cuando había 20 millones. Pero la economía «posiblemente esté creciendo ahora al 3%», en este trimestre; está aumentando la inversión en bienes de equipo, también en construcción, y hay dos factores internacionales que ayudarán a su consolidación: el descenso de precios del petróleo y la nueva política monetaria. Ambos vienen para quedarse. El crudo seguirá, según el ex ministro, en la barrera de los 100 dólares por barril, y el euro alcanzará una barata paridad con el dólar. El problema, el único problema, es el endeudamiento español, el de las empresas y las familias, que siguen muy apalancadas y por eso, mantiene, los bancos no sueltan más créditos porque no hay «prestatarios». Sin embargo, Solchaga prevé que las entidades comienzan a disponer de tanta liquidez del Banco Central Europeo que deberán guardarlo en Fráncfort, lo que cuesta dinero, o rebajar sus exigentes ratios de solvencia. Y lo harán, zanjó.